La herida.

2005, 21 enero

Todo lo que escribo tiene el mismo maldito argumento.



Dentro de mí sólo hay una historia, y nunca seré capaz de contarla. Porque ha sido ella quien me ha escrito a mí.



Ojalá pudiera arrancarme las letras, la piel, los personajes. Todas las escenas.



Los cuatro aburridos del público -uno incluso me ha obligado a pagarle por venir a ver este bodrio- bostezan y me miran con lástima, esperando que acabe derrumbada en medio del escenario.



No les defraudaré.





Siempre es la misma función,

el mismo espectador…

el mismo teatro en el que tantas veces actuó

y perder la razónen un juego tan real

quizás fuera un error

cúrame esta herida

por favor.



(Héroes del Silencio, «La Herida»)

5 respuestas to “La herida.”

  1. K said

    Pues yo estoy sentado en primera fila y la obra me parece realmente interesante.

    Y algo de esto sé, choupiza mía. :****

  2. Anónimo said

    Algunos espectadores permanecemos callados, sobrecogidos, espectantes. No deseamos molestar a la actriz principal a la que admiramos profundamente y a la que queremos, después de haberla acompañado en su búsqueda de flores por el asfalto.

    La obra es triste, dulce y bella, como Galicia. La actriz, una mujer maravillosa que aún tiene mucho que contar, mucho que vivir, muchos argumentos que escribir. Una mujer muy especial, que no puede derrumbarse.

    Las heridas sanan. Siempre sanan. La sangre asusta pero sólo es sangre.

    No te hundas, guapa. ¡Ánimo! Que ya no queda nada 😉

    Irune

  3. Anónimo said

    (* expectantes) ¡Dios, qué horror!

    Irune otra vez, dándose golpes de pecho.

  4. r0b™ said

    Aquí hay un espectador que te quiere y admira y desde luego no espera que la actriz principal caiga derrumbada sobre el escenario, lo que espera es que la historia siga el nuevo rumbo que ha tomado hasta llegar al final feliz…

    No te hundas… desde aquí te mando un abrazo muy fuerte 🙂

  5. Ozimandias said

    No sé muy bien qué decir. Sé lo que es sentirse arrastrado por los acontecimientos, sin control de tu propia vida y condenado a caminar por un sendero marcado por otros, ya sea controlándote en la actualidad, ya sea marcándote tan profundamente que no pareces tener opción de elegir otro camino.
    Pero si alguien puede sacar fuerzas de la flaqueza y salir del camino marcado, eres tú. Eres una de las personas más valientes y fuertes que conozco, y no hay más que mirarte a los ojos para saber que dentro de tí hay más de lo que tú misma imaginas. Sé fuerte.

    En cualquier caso, todos somos la suma de las experiencias vividas, la herencia genética y las circunstancias en las que estamos. Si tú no tienes libre albedrio, entonces nadie lo tiene; la única diferencia es que tú ves las cuerdas que te sujetan y que otros ignoran toda su vida.

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